¿QUE COMER EN VACACIONES?

diciembre 14, 2009

La relajación de los horarios influye en los hábitos alimentarios, aunque hay que seguir una dieta saludable.

Los horarios de sueño y de comidas cuando no se trabaja son, en la mayoría de los casos, diferentes a los del resto del año. Este cambio de costumbres durante las vacaciones incide de forma directa en la alimentación. No sólo las horas de las comidas suelen retrasarse, sino que muchas de ellas se realizan fuera del hogar. A pesar de ello, conviene recordar la importancia de mantener una dieta saludable.

Durante las vacaciones, los horarios no son tan estrictos como los que se mantienen el resto del año. A menudo se cambia de ambiente, de actividades y de ritmo, de manera que es fácil caer en la tentación de abandonar los hábitos de alimentación sanos que se han mantenido meses atrás. No obstante, conviene seguir unas pautas para que la relajación no pase factura al final del periodo de descanso.

Los primeros platos

En vacaciones no es habitual madrugar, por lo que las horas que transcurren desde el desayuno hasta la comida son menos que en un día laborable y conviene que éste no sea muy copioso. Basta con tomar un café con leche, una fruta o un zumo y pan tostado, cereales o algún tipo de galleta. En cuanto a la comida, resultan muy apetecibles platos ligeros y refrescantes a base de sopas frías o cremas de hortalizas, entre las que se encuentran algunas tan populares como el vichyssoise.

Otra posibilidad es comer una ensalada variada, a la que se le puede añadir cualquier tipo de hortaliza, así como diferentes frutas o frutos secos. Incluso, se puede tomar como plato único si se incluyen alimentos como pasta o arroz y atún, huevo o pollo. Otro plato único muy típico en verano son las paellas, que pueden estar preparadas a base de carne, pescado, marisco y verduras. Además de resultar muy sabrosas y nutritivas, son un modo de que los más pequeños comiencen a tomar alimentos como el pescado o la verdura, «camuflados» en el arroz.

Segundos platos y postres

Los segundos platos se pueden cocinar a la plancha, al horno o a la brasa.

Las salsas de los guisos y estofados hacen al plato más denso y calórico, por lo que resultan más apropiados para los meses de frío. Una guarnición de pimientos, verduras salteadas, champiñones o diferentes purés constituye un acompañamiento adecuado para estos alimentos y enriquece el plato desde el punto de vista nutricional y organoléptico.

Las frutas habituales en verano son un buen postre y tentempié.

Además de su alto contenido en agua, aportan minerales, vitaminas y diferentes sustancias con acción antioxidante, así como cantidades interesantes de fibra. Un buen modo de aprovechar sus propiedades nutritivas consiste en tomarlas en macedonia. La mezcla de color, aroma y sabor hace que sea un postre muy apetecible ya que se pueden combinar diferentes frutas: fresas, sandía, melón, kiwi, plátano o cerezas.

Merienda y cena

La siesta es habitual en esta época de relax. Sin embargo, es conveniente que no dure más de 15 minutos y que no se haga justo después de haber comido. Podrían aparecer problemas digestivos.

Después de la siesta, a media tarde, es aconsejable tomar un tentempié compuesto por una pieza de fruta, un zumo, un yogur o un pequeño bocadillo. Para la cena, una ensalada con alimentos proteicos como taquitos de queso, tofu o huevo es una buena solución.

En verano las verduras no sólo sirven para elaborar ensaladas, sino que son un acompañamiento perfecto para cenas elaboradas con platos de huevo o seitán. Cocinadas a la plancha, salteadas o incluso crudas, constituyen una guarnición muy sabrosa y nutritiva que, además, aporta un toque de color al plato y lo hace mucho más apetecible.

Con moderación

Aunque el calor en verano puede llegar a ser asfixiante, sobre todo en determinadas zonas geográficas en las que el termómetro alcanza temperaturas muy elevadas, conviene no abusar de determinados productos como los helados y las bebidas alcohólicas.

Los primeros pueden ser un postre nutritivo compatible con una dieta equilibrada, aunque son muy calóricos y tienen mucho azúcar, por lo que no deben considerarse un aperitivo para tomar a cualquier hora del día. Una de las mejores formas para mantener una buena hidratación es beber agua en cantidades importantes, incluso aunque no se sienta sed.

Fuente:  Consumer.es

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COMO EVITAR COMER EN EXCESO

diciembre 5, 2009

A la mayoría de nosotros nos gustaría creer que controlamos la cantidad de alimentos que comemos. Confiamos en nuestro organismo para que nos diga cuándo estamos llenos, y que después que hemos terminado, tengamos una idea acertada de cuánto hemos comido.

Pero eso no es cierto. “Las investigaciones nos dicen que ciertas señales sutiles en nuestro entorno pueden llevarnos a servirnos más de lo que necesitamos y a comer más de lo que deberíamos”, dijo Luigi Gratton, Doctor en Medicina y Vicepresidente de asuntos médicos de Herbalife. “Los platos más grandes — incluso los cubiertos para servirse más grandes — pueden ocasionar un consumo excesivo”. En un experimento en el que los participantes se sirvieron helado ellos mismos, las personas que recibieron tazones y cucharas más grandes se sirvieron 57 por ciento más helado que los que tenían platos y cubiertos para servirse más pequeños.

Así que la cantidad que comemos por lo general se decide antes de que hayamos tomado el primer bocado. La realidad es que por lo general comemos lo que nos servimos, ya sea poco o mucho. Desde una comida muy abundante en un restaurante de comida rápida hasta una porción reducida en un restaurante de lujo, generalmente quedamos satisfechos siempre que comemos hasta el último bocado. En vez de dejar que nuestro estómago decida, permitimos que un plato vacío sea el que señale el fin de la comida.

Controlar la cantidad que uno se pone en el plato es realmente el primer paso para controlar lo que ponemos en el estómago. Pero otras señales también pueden provocar el exceso de comida. Sólo oler o ver comida — desde el olor de pan recién horneado hasta ver “donuts” en la cafetería de la empresa — puede estimular el deseo de comer, aunque uno no tenga hambre. Estas son algunas formas de tomar control:

  • ¡Piense en una cuchara, no en una pala! – Es un viejo truco, pero realmente funciona – el usar platos más pequeños y vasos altos y estrechos crea la ilusión de que hay más comida en el plato y más bebida en el vaso. Los cubiertos de servir más pequeños también evitan servirse mucho. Piense en una cuchara, no en una pala.
  • Porciones individuales – Al crecer el tamaño de los envases, también crecen las porciones. Esas enormes cajas de cereales a precio de ganga protegen sus finanzas, pero los estudios demuestran que se servirá mucho más cereal -hasta 20 por ciento más – que si compra un paquete de tamaño normal. Busque tamaños individuales.
  • Dulces fuera de su alcance – Busque la forma de que sea difícil consumir comidas no saludables. Es posible que no haga el esfuerzo de hornear bizcochos de chocolate cuando le apetezca comerlos, pero si tiene la versión para el microondas, tendrá que combatir constantemente el deseo. Quite la bandeja de caramelos de su escritorio y el envase de galletitas del mostrador. En su lugar, ponga un tazón de frutas.
  • Ponga variedad, pero no demasiada – Los estudios demuestran que mientras más variedad haya en su plato, más comerá – todos esos estímulos activan sus papilas gustativas. Una mezcla de frutas y verduras con bajo contenido de calorías está bien, pero cuando se enfrenta a un bufet o a una cena familiar, limítese a un par de artículos en su plato cada vez.
  • Agítelo – Pruebe un batido de proteínas para el desayuno o el almuerzo. Hecho con una cantidad determinada de leche, frutas y proteínas en polvo, es un alimento idóneo para controlar lo que se come. Agregue unos cubitos de hielo, y agítelo para incrementar el volumen sin añadir calorías. Disfrútelo en un vaso alto.

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Fuente: Herbalife Ltd.

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